En medio de tanta crisis ha nacido una estrella: el vino Galio Villacezán, de BODEGAS VILLACEZÁN.

Una familia, los García-Luengo, productores de vino de varias generaciones, van por la cuarta, han modernizado el espíritu de la vieja bodega,

Villacezán, haciendo entrar en escena un vino, para decirlo rápido, de muy altas prestaciones, arrancado con mimo a una variedad, la uva Prieto picudo, de

una potencialidad extraordinaria y muy poco explorada. Una uva a la que se condenó al universo de los rosados y a la que se le negaba, por ignorancia, otro

tipo de atributos.

La Prieto picudo es el alma del nuevo vino, Galio, 100% Prieto picudo, una variedad de alta acidez y bajo pH, de piel gruesa y que regala tinciones intensas

rojo cereza. Uva que ha sobrevivido a años de desidia y desinformación

Les llamará la atención que hable de Galio. No quiero ofenderles. No soy enólogo, no soy un catador experimentado no presumo de sumiller, pero sé

reconocer una excelente actitud y un trabajo en la buena dirección. Estoy escribiendo sobre Galio, el nuevo caldo que pondrá en el mercado la bodega

Villacezán. Y escribo sobre Galio porque creo en las personas y porque me gusta apostar por la dedicación, la tenacidad y el oficio, en este caso para

desarrollar la estupenda potencialidad económica y sobremanera enológica y gastronómica, de la variedad Prieto picudo.

La Prieto picudo es el alma del nuevo vino,Galio, 100% Prieto picudo, una variedad de alta acidez y bajo pH, de piel gruesa y que regala tinciones intensas

rojo cereza. Uva que ha sobrevivido a años de desidia y desinformación. La elevada concentración de antocianos (tan importantes en la gestión del color y

suavidad del caldo) y de polifenoles (tan decisivos para conservar la salud de la uva y posteriormente del vino) es el argumento para apostar por excelentes

crianzas. La actividad biológica de los polifenoles en el ser humano es bien conocida: es parte del sistema antioxidante celular.

Me atrae, imagino que como a cualquiera, el trabajo bien hecho, me atrae que el Galio esté precedido de excelentes consideraciones de muy conocidos

catadores y me atrae lo que ocurre cuando se acerca a la boca, cuando entra y lo que pasa después. El Galio forma parte de los vinos conmovedores, que te

ponen a bien con el altísimo, entre místicos y siempre líricos. Lo he probado y disfrutado.

El Galio forma parte de los vinos conmovedores, que te ponen a bien con el altísimo, entre místicos y siempre líricos. Lo he probado y disfrutado

El Galio es exótico, porque se obtiene de una variedad nueva y muy desconocida. Y tiene, permítanme la licencia, alegría en su caída. Su entrada en la boca

es leal, es carnoso, sensible, tierno, como lo cuenta María Larrea, y sin resabios. Pasa de manera ágil, mantiene sus constantes y es de posgusto rápido. No es

un vino duro, al uso, de la Ribera del Duero, al revés, se ha pretendido la redondez, el volumen, apostando por la frutosidad en lugar de por la madera o la

sensación de reserva.

La bodega está trabajando en otra dirección, en lugar de roble/crianza/reserva, se apuesta por el roble, por la crianza y en lugar de por la reserva, por la

concentración, por la frutosidad más el oficio de la bodega, el secreto de la propia experiencia. Teniendo en cuenta la tendencia del mercado me parece un

buen camino.

No es un vino para guardar, es para disfrutar. La recomendación es servirlo a 18º C y se sirve en una botella borgoña elegantemente etiquetada

Es de nariz expresiva, frutas rojas y negras y notas especiadas. Hasta ahí llego. No es un vino para guardar, es para disfrutar. La recomendación es servirlo a

18º C y se sirve en una botella borgoña elegantemente etiquetada. Toda la producción procede del pago Villa Ofelia, vendimiada manualmente.

Se trata de un producto elaborado por una bodega familiar, artesana, con el mimo que es propio de estas industrias, pero con vocación de modernidad y una

sólida apuesta por la nueva enología con fuerte base científica y tecnológica. Ha sido un placer. Puede parecer publicidad y no lo es, tampoco es un

publireportaje. ¿He sido seducido? No lo discuto. Lo repito, ha sido un placer. Tomen nota, Galio, de la cosecha del 2006 con una crianza de 14 meses. Y

les digo lo que es de justicia, es un vino para maridar. Ha nacido una estrella.